Henry es un abogado que vive en Nueva York, cuya vida es "indiscutiblemente" perfecta. Es rico, tiene una mujer hermosa y una hija que va a estudiar a un colegio muy exclusivo, un trabajo fijo del que no le pueden despedir y una amante loca por él. Sin embargo, su vida es más desgraciada de lo que cualquier persona pueda imaginar. Él es áspero, una persona sin escrúpulos que engaña para ganar dinero, y hasta para mantener una "falsa" relación con su mujer. Pero un día, sufre un ataque en el que le disparan ingresándole en coma. Por culpa del altercado, pierde la memoria, y el ser despreciable en el que se había convertido desaparece. Así, un nuevo Henry sorprende a sus amigos, familiares y socios, pues la bondad y la comprensión se convierten en los ingredientes principales del protagonista.
Así, todo cambia a su alrededor. Su mujer, a la que pasa a amar y tratar bien, recupera el amor que sentía por él, y su hija ve cómo su padre se convierte en un modelo a seguir, que la quiera y la educa con cariño y amor. Su socio y buen amigo, además de amante de su mujer, se ve amenazado junto al resto de la empresa por la preocupación que Henry muestra por los desfavorecidos tras sus intervenciones, pues éste comienza a darse cuenta de las horribles acciones que cometió en un pasado y decide arreglarlas. Por ello, se autodespide tras ser incapacitado por la empresa para llevar más casos, pues Henry ayudaba no a los que pagaban sino a los que lo necesitan.
A destacar el fisioterapeuta, el que le ayudó a volver a caminar tras el accidente. Cuando Henry descubre quién era él antes de su pérdida de memoria, el mal que había hecho y el cómo trataba a su familia, cae en una pequeña depresión pues se siente culpable de algo que ni siquiera recuerda. Y la presión por parte de su entorno de volver a la antigua vida le angustia fuertemente. Es entonces cuando el fisioterapeuta decide visitarle a su casa, para hacer un seguimiento de cómo van sus piernas. En una conversación intensa en la cocina, acompañados por dos cervezas "de las caras", aconseja a Henry a decidir por sí mismo quién quiere ser. Además le advierte de que no puede ser influenciado por nadie; ni por sus amigos, ni familiares, ni tan siquiera por el antiguo Henry del que ahora tanto se averguenza.
Y es así como Henry decide aprovechar la oportunidad que se le ha dado y convertirse en esa persona buena que salió del hospital una vez recuperada del altercado. Saca a su hija del estricto colegio en el que la había metido, recupera el amor con su mujer, y se mudan pasando a vivir una vida más humana, fuera de mentiras y burocracia.
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Que miedo verdad, el que quepa la posibilidad de que una bala acabe con tu vida.
Pensemos por un momento, ¿no fue eso lo que le pasó a Henry? ¿no fue una bala la que acabó con su vida, dejando nacer en él una nueva persona?
Muchas veces, en la vida, cosas como esta protagonizan aventuras inimaginables fuera de la gran pantalla. Momentos difíciles en el que todo se cuestiona, en el que se duda si se va a poder continuar. O crisis, ya sean personales, económicas o sociales... Crisis que acaban con la vida tal y como la conocemos y nos obligan a enfrentar situaciones no vividas hasta ahora.
Tiempo de movimientos, es tiempo de cambiar como dice la canción.
Después de la tormenta, siempre llega la calma y con ella un arcoiris brillante. Pero hay que saber afrontar todo lo que venga, siempre con una sonrisa, y adaptarse a la vida y su pluralidad. Pues lo bello de vivir es que vivir no es fácil, es un reto. Y como reto que es debemos superarlo conservando nuestro ser, nuestros principios, nuestra personalidad. Que todo lo demás viene y va, y al fin y al cabo lo único que tendremos por siempre jamás seremos nosotros, seré yo.
A mí.
Fmado: Alejandro y Christian